La armadura de Andrea
La Juventus volvía a ser campeona. Antonio Conte trajo a
Turín de nuevo ese nivel competitivo que nunca debió irse. Estamos en el
segundo acto de esta renacida Juve. Conte en su primera temporada, sin
participación europea, llevó al equipo a la final de la Coppa de Italia cayendo por 2-0 ante un incontestable Nápoles. Pero
el mayor logro del entrenador italiano fue darle el Scudetto tras nueve años sin saborearlo. Durante 38 jornadas la
Juventus ‘campeonó’ por Italia y estuvo invicta en todo el curso.
La mejor representación de que una nueva Juventus estaba
llegando fue ver, en numerosas y obligadas situaciones, a una institución bianconera como Alessandro Del Piero
acomodándose en los asientos del nuevo Juventus Stadium.
La gran clave del éxito de Conte en Turín fue saber adaptar
esa plantilla a un método de juego muy concreto. A la par que él, llegó a la
ciudad transalpina Il Metrónomo, un
jugador al que la clase se le cae de los bolsillos pero que parecía que su
carrera iba cuesta abajo y sin frenos. Andrea Pirlo tuvo en Milán un último año
complicado, en plena renovación del equipo rossonero
su identidad en campo se diluyó, Massimiliano Allegri no concordaba con el
fútbol que Andrea practicaba. Pirlo templa el juego y desahoga a propios e
inmoviliza ajenos siempre con criterio. Allegri buscaba otra manera de jugar al
fútbol, más directa, sin templanzas, que se necesitara menos tiempo para
generar. No había tiempo para Andrea. Su posición en la base de la jugada ya no
tenía sentido, pasó jugar en banda y ahí no era feliz.
Giusseppe Marotta fue inteligente y se lo llevó cerquita de
los Alpes. Pirlo tenía aún jugo por extraer, simplemente había que darle lo que
necesitaba, ya no es un futbolista de 26 años. Para mimar a Andrea había que
ofrecerle un sistema de juego en el que él se sintiera cómodo sobre el césped y
no sufriera en exceso. Una armadura para proteger al guerrero, o mejor, una
armadura para proteger al bailarín. Se confió para crearla en un herrero que
conocía bien la forja.
Antonio Conte, previa llegada a Torino, usaba en sus equipos
un sistema 4-4-2. En sus comienzos continuó usándolo, aunque la Juventus por
plantilla obligara a usar mejor un 4-2-4. Claudio Marchisio era el fiel
escudero de Pirlo en mediocampo. Siempre los extremos bien cerca para enlazar
esa profundidad que se desarrollaba desde el ex-milanista.
La Juventus era, en ocasiones, única y totalmente Andrea. Él
era el que con mucha paciencia depuraba las jugadas bianconeras, si cualquier salida de balón se emborronaba, la
hacía cristalina. Él le daba la base a todas las piezas del equipo para poder
realizar su trabajo con la máxima eficiencia. Oxigenaba a todos los compañeros
ofreciéndose y desequilibrando posteriormente. Trascendental su figura.
La idea de Conte estaba teniendo éxito. El comienzo de la
temporada fue asombroso.
Aunque no todo eran rosas en Turín, valga el color de su
segunda equipación. Este sistema tenía sus riesgos, cuando Pirlo no conseguía
bombear sangre al equipo, y Marchisio no podía asistirle con fiabilidad, la
clara dependencia del elegante melenudo quedaba en evidencia. Pirlo ya no era
un jugador rápido, no sirve para mantener marcas, y sufre cuando le cogen la
espalda. En cuanto quedaba desprotegido la Juventus sufría.
La aparición del sistema 3-5-2
Por suerte para la afición Juventina, esto solo eran
problemas deportivos, no se agudizaba ninguna especie de crisis, eran los
problemas típicos de la creación. La búsqueda del modelo definitivo. Antonio
Conte, en un ataque de buen entrenador, imaginó darle más protección a Andrea.
Si había que variar el sistema por él, se hacía. Emergió entonces la figura de
Arturo Vidal, el joven chileno demostró virtudes en Leverkusen y era el momento
de ver el sentido de su fichaje. Arturo, que en Alemania actuaba más de volante
único, se adaptó a lo que Conte le pedía y entonces creció enormemente. Situarse
de interior al lado de Pirlo era su misión. El plan era centrar más en la base
a Andrea y que Marchisio tuviera más protagonismo en la salida y asociación.
Así, Andrea contaba con dos escuderos, uno a cada lado. Por si fuera poco,
Conte propuso darle aún más posibilidades y vías de proyección y desahogo a
Pirlo, le situaba en el terreno otros dos escuderos, largos. Estos eran dos
laterales avanzados, o dos carrileros. Siempre buscando ofrecer opciones para
el generador y tener el mayor número de futbolistas posible bien cerca.
Con esto teníamos un nuevo sistema de juego, el 3-5-2. Una
de las tantas fantásticas ideas y posibilidades que ofrece la táctica
futbolística.
Este planteamiento es con el que la Juventus llegó a final
de temporada, Conte iba por el buen camino, y decidió seguir puliendo la idea
de cara a la presente campaña.
Buscaba reforzar más los puestos de carrileros, las llegadas
de Martín Cáceres -mercado invernal-, Mauricio Isla y Kwadwo Asamoha, ambos de
Udinese, completaban las demarcaciones. Entre los tres se desembolsó más de 25
millones de euros. Pero la principal incorporación para este curso fue la
vuelta de Sebastián Giovinco a la que fue su casa. La Formica atómica regresaba tras dos buenos años cedido en el
Parma. La llegada de Giovinco es importante en el sentido de que es un perfil
de futbolista que le faltaba al equipo. Ese segundo punta con mucha movilidad y
capacidad de generar espacios cerca de los centrales. Cuando inició su carrera,
Giovinco tenía proyección de trequartista,
una posición muy concreta y muy desarrollada siempre en el Calcio.
Completaron la plantilla jugadores como Lucio, Nicklas
Bendtner o, una debilidad personal como es, Paul Pogba.
Conte mantiene el 3-5-2 pero con la intención de evitar que
Pirlo se vea abordado por tanta tarea, busca depender menos de él aun siendo el
vértice del que salgan todas las líneas de juego. Andrea es la fuente, pero el
agua debe canalizarse por varias vías.
El propósito es que, a parte del mediocentro, el resto de
jugadores se beneficien del planteamiento en el campo.
La defensa de tres no tendría el mismo sentido si no se
contara con los tres centrales de la Juventus, Chiellini, Bonucci y Barzagli.
El primero, quizá el mejor de los tres, es el central zurdo, Barzagli, que
vuelve a estar en un gran momento de su carrera, el diestro. Bonucci, el más
joven, actúa en el medio ya que es el que mejor salida de balón posee.
Esta defensa desarrolla uno de los mejores repliegues
defensivos de toda Europa, tienen gran capacidad para cerrar espacios
rápidamente para evitar sorpresas. En situaciones de transición defensiva
conforman una defensa de cinco con los dos carrileros, un 5-3-2.
Por la derecha suele actuar el suizo Lichtsteiner, también
Cáceres o Mauricio Isla, de corte más ofensivo. La banda derecha es de Asamoha
o Emanuele Giaccherini. Simone Pepe o De Ceglie ocupan en ocasiones estos
puestos. Son siempre un apoyo más para Pirlo y en juego posicional atacan hasta
línea de fondo como un extremo más.
En la delantera, existen cinco o seis jugadores para dos
puestos. Quizá a la Juve lo que le
falte es un gran delantero -veremos si
Fernando Llorente entiende la manera de juego-, aunque los que usa se adaptan
perfectamente a lo que pide Conte. Un delantero dinámico, que haga las veces de
mediapunta, que corra, provoque fisuras en la defensa y haga rupturas en el
fuera de juego y a espaldas de los centrales, Sebastián Giovinco. Y otro
delantero con menos movilidad pero más asociativo, que fije a la defensa y
pivote, con presencia en área rival pero que maneje las bandas, Mirko Vucinic.
Quagliarella y Matri alternan ambos puestos. Más testimonial es la
participación del danés Bendtner.
En el centro del campo Pirlo es el que lleva el mando,
jugando siempre por delante de los centrales él ayuda, genera, sitúa, templa,
acelera, oxigena, rompe, clarifica y gestiona el juego. Sin contar cuando tenga
un día más inspirado de lo normal y sea absolutamente diferencial y decisivo en
sus asistencias. Su visión de 360º del campo y sus desplazamientos en
largo/corto son envidiables. Podría tirarme renglones enteros hablando de
Andrea, pero ya todos le conocemos. Clase mundial.
Hemos planteado a grandes rasgos en que consiste su armadura
pero sin tocar aún en demasía lo que tiene Pirlo a mano.
Marchisio y Vidal son sus fieles escuderos, sus pulmones, protegiéndolo en todo momento para que consiga desplegar su fútbol cómodamente y para bien
del equipo. Ambos son titulares casi indiscutibles y forman junto a Andrea el
‘MVP’ del centro del campo turinés.
Arturo y Claudio se ven claramente beneficiados también por
el sistema, esta temporada han alcanzado buenas cifras goleadoras con sus
llegadas al área y continua presencia en tres cuartos de campo. Ocupan más
metros para enlazar.
Marchisio está más dotado de finura en la asociación y no va
falto de talento en momentos límite.
Vidal es un prodigio, es un despliegue físico continuo
partido tras partido. El chileno tiene un gran sentido táctico, es muy polivalente,
veloz y posee un buen disparo. No es muy ducho en el regate pero se deshace de
rivales por pura potencia.
El tercer hombre en ocupar el cargo de protector de Pirlo es
el joven francés Paul Pogba. De menos a más en la temporada, siempre que Arturo
o Claudio se ausentan, ahí está el para suplir con garantías. Pogba es otro
futbolista más de corte físico, quizá no tan veloz como Vidal pero con más
presencia, tiene gran zancada y un disparo mordaz.
Es fuerte y con alto fondo físico. Va bien al corte y a la
asociación. Con tan solo 20 años ya tiene un enorme potencial. Paul vino como
mediocentro puro, siempre se desempeñó ahí, pero debido a sus condiciones
físicas Conte decidió situarlo de interior con más libertad. Cierto es que, en
ausencia de Andrea y en ciertos partidos, él ha sido el protegido con Isla,
Giaccherini o Marchisio asistiéndole.
La base de esta Juventus campeona es Andrea, su Regista, así catalogan los italianos a
los jugadores de esa posición. Un futbolista que cuanto más cómodo se sitúe en
el campo y el esquema, más peligroso es para los rivales y asimismo para la
propia Juve, que no puede caer en
estancamientos, debe progresar. Conte ha sido capaz de armar a Pirlo
fenomenalmente. Es el momento de coger el molde, no vaya a ser que la pieza se
rompa y nos quedemos sin armadura.
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